lunes, 24 de diciembre de 2007

Mi experiencia personal en Marruecos.

Este viaje lo realizamos un grupo de maestros de Granada, después de haber participado en unas jornadas teóricas impartidas por profesionales marroquíes de diferentes ámbitos. Al día siguiente de nuestra llegada, lo primero que hicimos fué ir de visita a una escuela pública de primaria. En todo a lo que se refiere a recursos, la situación es bastante precaria. Los niños y niñas acuden al centro por turnos de 2 horas ya que no hay suficientes aulas para todos. Cuando finaliza la jornada, niños/as y docentes salen ordenadamente en filas y a continuación entran en el mismo orden los siguientes alumnos/as con sus respectivos docentes. En esta escuela en concreto, no había un horario fijo establecido para cada grupo, ya que un día de la semana entran a las 9, pero al día siguiente le toca el turno de las 4 de la tarde.
En unas de las aulas pudimos ver que había algunos niños con necesidades educativas especiales. Estaban agrupados en la misma zona de la clase y no recibían atención específica. También pudimos ver un aula de educación especial, en la que los alumnos estaban aconpañados por sus madres. Algo que nos llamó muchísimo la atención fué la gran disciplina que hay dentro de las aulas (con cerca de 40 alumnos) tanto si estaban con el docente como si estaban solos. En todo momento recibimos un gran trato y nos enseñaban su trabajo sin poner impedimentos. Cuando preguntamos si podíamos ver los cuadernos, todos los niños estaban deseosos de enseñarnos los suyos. Es sorprendente la limpieza y claridad de los cuadernos de trabajo en todas las edades.

También visitamos una escuela rural para niñas. Se trata de un centro al que acuden niñas que por ciertas circustancias no pueden asistir a la escuela normal. Están durante un periodo de unos 6 meses recibiendo la misma formación que en las escuelas y los fines de semana visitan a sus familias. Tienen su propio huerto que cuidan y del que obtienen los alimentos.

Esa misma tarde visitamos un Instituto. Nos dividimos en grupos reducidos de 5 o 6 y pudimos entrar en las aulas. Hasta ahora nos habíamos entendido en francés e inglés, pero en este centro nos encontramos con un docente que hablaba bastante bien el español. Nos explicó que la limpieza y claridad de los cuadernos se debía a que desde pequeños se le inculca y que además algunos docentes, de forma libre pero aprobado por los centros, le dan un porcentaje de la nota a esto. Quizás habría que plantearse esa medida en nuestros colegios, porque puedo asegurar que me dió mucha envidia ver esos cuadernos cuando nuestros alumnos a veces no entienden su letra ni ellos mismos.

En nuestro viaje también visitamos un Liceo, en donde empezaban a optar por el aprendizaje del inglés y el español y la escuela de una comuna, en la que los niños más pequeños daban aún clase con un pizarrín.

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